La madrugada siempre es lo más
difícil,
entro en una tristeza enferma,
de esas donde no se puede
estar más triste,
de esas donde ya no se puede
sentir peor,
de esa tristeza donde te
sientes muerto en vida.
Haberla perdido me cambió de
perspectiva, de ciudad, de nombre.
Ya nada me saca una sonrisa,
ahora me pueden llamar como la Mona lisa.
A veces me siento solo un
cuerpo, y nada más
sin alma, sin sentimientos,
sin ilusiones.
La madrugada siempre es lo más
difícil,
entro en un lloriqueo inmenso,
de esos donde no se puede
llorar más,
de esos lloriqueos donde te
ahogas con tu propio llanto
pero tienes la mala suerte de
seguir respirando.
Haberla perdido me cambió los
días, las noches y las madrugadas.
Ya nada me puede hacer dormir,
ni siquiera el mismo Morfeo,
Yo solo rezo porque ella me
extrañe, me recuerde y quiera volver a ser mía.
A veces entro en esa tristeza
inmensa y lloriqueo eterno
de día, de tarde-noche, de
pura noche,
pero la madrugada siempre es
lo más difícil
donde me desangro, me pierdo y
me deprimo por ella.