jueves, 28 de abril de 2011

la madrugada

La madrugada siempre es lo más difícil,
entro en una tristeza enferma,
de esas donde no se puede estar más triste,
de esas donde ya no se puede sentir peor,
de esa tristeza donde te sientes muerto en vida.

Haberla perdido me cambió de perspectiva, de ciudad, de nombre.
Ya nada me saca una sonrisa, ahora me pueden llamar como la Mona lisa.

A veces me siento solo un cuerpo, y nada más
sin alma, sin sentimientos, sin ilusiones.

La madrugada siempre es lo más difícil,
entro en un lloriqueo inmenso,
de esos donde no se puede llorar más,
de esos lloriqueos donde te ahogas con tu propio llanto
pero tienes la mala suerte de seguir respirando.

Haberla perdido me cambió los días, las noches y las madrugadas.
Ya nada me puede hacer dormir, ni siquiera el mismo Morfeo,

Yo solo rezo porque ella me extrañe, me recuerde y quiera volver a ser mía.

A veces entro en esa tristeza inmensa y lloriqueo eterno
de día, de tarde-noche, de pura noche,
pero la madrugada siempre es lo más difícil

donde me desangro, me pierdo y me deprimo por ella.

martes, 5 de abril de 2011

ni el sol ni la luna

Me iluminaba. Me calentaba. Me guiaba.
Ella era como un faro de luz sobre la costa,
me enfocaba en noches oscuras, noches de tormenta y noches taciturnas.

Me había acostumbrado todo el tiempo a estar junto a ella,
que si alguna vez la soledad fue mi amiga ahora no la conocía,
ni siquiera la recordaba.

Me alumbraba. Me confortaba. Me protegía.
Ella era como un faro de luz sobre el mar,
me deslumbraba en noches tranquilas, noches estrelladas
y hasta en noches claras, más claras que el día.

Me había acostumbrado a vivir por ella,
si antes navegaba en el mar sin rumbo,
ahora mi rumbo y tesoro eran ella.

Tan delicada. Tan clara. Tan suficiente.
ya ni la luna, ni el sol me eran tan indispensables como ahora lo es ella.