lunes, 18 de octubre de 2010

Oscuro agujero

No veía nada, era oscuro,
estaba completamente  hundida en un agujero,
tenía frío, me encontraba perdida,
aveces sentía que ya no tenía vida.

Pero ella volvió y me iluminó más que la luna llena que nos acompañaba,
con el olor de su cuerpo me empezó a calentar.
De nuevo me besaba y yo me creía la persona más afortunada,
estaba con ella y absolutamente nada importaba, ni lo estrecho que fuera aquel hueco.

Me abrazada, y les juro que era como si al cielo me llevara,
aquellas palabras que me decía me hacían alucinar, y casi me volvían a enamorar;
hasta que me sonrió de esa forma inocente que solo ella sabe
y me dí cuenta de que volvía a caer como las cenizas de nuestros cigarros en aquel maldito caño.

Sí, solo estaba cayendo en otro agujero,
en otro más oscuro, profundo y frío del que estaba,
porque de nuevo me volví a entregar y ella solo otra vez NO está.

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