Aveces me invade el pánico.
Pero es que me recuerdas tanto a aquella mujer que me fascinaba,
la que me cantaba al oído y me hipnotizaba.
La misma que me mentía en la cara,
pero me besaba, porque sabía que así yo lo olvidaba.
La belleza que una vez pensé era el amor de mi vida,
pero un día cualquiera me dijo que ya no me amaba.
Aquella mujer de piel clara, pálida y blanda.
Oscura cabellera alboratada, larga y despeinada.
Labios rosas, dóciles e inauditos.
Y una agilidad tremenda en la danza,
que la hacía ver más hermosa, encantadora,
simplemente era tan inestimable observarla.
Sí, me recuerdas tanto a esa mujer que me fascinaba,
la que me presumía su francés al oído y así me atrapaba.
La que me engañaba,
pero en la cama me lo recompensaba; y yo como idiota lo olvidaba.
Aquella de dos amores,
que me hacía creer yo era la única dueña de sus besos.
La misma mujer que se ganó mi amor, me rompió el corazón
y un día cualquiera me dijo que ya no me recordaba.
Sí, me invade el pánico;
solo dime que no eres como aquella belleza descorazonada
y no te olvidas de la gente como si nada.