Me lo susurró en el oído, y no
solo a mí,
también a la noche que nos
aguardaba,
era azul pero con una fría
brisa que nos provocaba.
Nunca antes había creído en el
amor,
pero escucharla me había
despertado mariposas en el estomago
y ahora loca de amor por ella
me encontraba.
Una larga oración en francés
era lo que pronunciaba,
no tuve la mínima idea de
cuáles fueron exactamente las palabras que susurraba,
pero junto con aquella fría
brisa pude respirar el sentimiento que nos enamoraba.
Sus manos congeladas tocaban
mis mejillas de la forma más delicada,
tan delicada que era como si tomara mi alma
y la llevara en sus manos como
el tesoro más preciado.
Durante meses solo en aquel
momento y aquella noche pensaba,
lo pensaba tanto que ya
ni la almohada me acurrucaba;
Pero me lo susurró en el oído,
y no solo a mí,
también a la extraña noche que
nos acompañaba,
y ahora que me había
abandonado me di cuenta de que aquellas palabras
la fría brisa se las había
robado.