No veía nada, era oscuro,
estaba completamente hundida en un agujero,
tenía frío, me encontraba perdida,
aveces sentía que ya no tenía vida.
Pero ella volvió y me iluminó más que la luna llena que nos acompañaba,
con el olor de su cuerpo me empezó a calentar.
De nuevo me besaba y yo me creía la persona más afortunada,
estaba con ella y absolutamente nada importaba, ni lo estrecho que fuera aquel hueco.
Me abrazada, y les juro que era como si al cielo me llevara,
aquellas palabras que me decía me hacían alucinar, y casi me volvían a enamorar;
hasta que me sonrió de esa forma inocente que solo ella sabe
y me dí cuenta de que volvía a caer como las cenizas de nuestros cigarros en aquel maldito caño.
Sí, solo estaba cayendo en otro agujero,
en otro más oscuro, profundo y frío del que estaba,
porque de nuevo me volví a entregar y ella solo otra vez NO está.
lunes, 18 de octubre de 2010
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